viernes, 26 de febrero de 2016

The bridge on the river Kwai (El puente sobre el río Kwai)

The bridge on the river Kwai (ver trailer)

Liderazgo - Equipos humanos - Negociación 

Inglaterra (1957) Dir: David Lean Protag: Alec Guinness, William Holden

Hay películas que se mimetizan con un tema musical. Este es el caso. Es imposible nombrar El puente sobre el río Kwain y no recordar la marcha del coronel Bogey, silbada por un batallón de espectros que va ingresando al campo de prisioneros japonés. Ese ingreso, las caras e indumentarias de los soldados y el rostro del coronel Nicholson (magistral composición de Alec Guinness que le valió un Oscar) explican toda la situación: un batallón derrotado y prisionero que no obstante las circunstancias no alteró su funcionamiento interno. Perdieron la batalla, pero mantuvieron intacto todo el resto de organización y la función de sus líderes. Pero en la película vemos distintos liderazgos, un tanto estereotipados, pero dignos de observar.

El coronel Nicholson es un fiel representante de lo mejor de la oficialidad británica. A pesar de la derrota logra mantener la unidad de su grupo, algo complejo en una situación de crisis, lo que muestra su estatura. Y si bien acepta su posición de prisionero, no tiene dudas en exigir con la mayor terquedad posible los derechos convenidos en la guerra. Y hacer pasar por las mismas penurias a sus oficiales para mantener lo que entiende como innegociable. A pesar de ello no tiene críticas de su gente, excepto del médico que por no ser militar de carrera no entiende su lógica. Tanto oficiales como soldados lo respaldan y siguen sus órdenes sin titubeos. No ven la posibilidad de error en esta figura. Y a pesar de estar en la derrota, sin armas y en malas condiciones, no duda en plantarse de igual a igual (en realidad desde un convencimiento de superioridad) con el coronel japonés. Entiende las necesidades de éste (construir el puente en término) y juega con esta necesidad soportando los castigos. Sabe que el tiempo jugará a su favor y a medida que el mismo pase su carta será más valiosa. Y todo el esfuerzo tiene su fruto, logra imponer sus condiciones. La ejemplaridad, templanza y confianza ciega en sus principios se hacen carne en este hombre. Y aquí el líder incuestionable tiene un giro y los mismos valores que habían servido para admirarlo hacen que lo veamos desde un ángulo diferente. 

Porque cuando logra torcer al coronel japonés va a disputar el liderazgo del campo de prisioneros. Y su competidor es el coronel japonés, que es derrotado por su prisionero. Nicholson se centra en el pequeño universo del campo y quiere obtener un logro trascendente que no pudo conseguir en el campo de batalla. Así ve que la construcción del puente es una manera de mostrar su superioridad sobre sus captores, mantener su equipo unido detrás de un objetivo positivo y lograr la trascendencia buscada que quedaría reflejada en una placa tallada en madera donde se deja constancia para la posteridad de la obra realizada por los soldados ingleses. Y para lograrlo no importa violar los principios que por defenderlos al llegar al campo le hicieron pasar por torturas significativas. Ahora que trabajen los oficiales y los enfermos es válido porque es por su objetivo, no el de los japoneses. Y de manera increíble convence a su gente y a si mismo que lo mejor es ayudar al enemigo, logrando para el avances que no hubieran podido lograr.
Y llega a mentir a su gente dando razones humanitarias en la obtención de la meta. Había olvidado su rol, ser parte de algo más grande y había construido un pequeño universo aislado en la selva donde era el líder indiscutido, una nación autosuficiente y buscando el respeto de la posteridad. Cuantas veces en grandes organizaciones alguna de sus partes toma vida propia y su líder comienza a fijar objetivos para darles vida propia, olvidándose que son una parte de algo más grande. Y tal vez puedan ser mejores, pero pierden su razón de ser si no colaboran con el todo. Es como si en una persona un pie, el izquierdo, tomara la decisión de ser un pie de bailarín, aburrido por la monotonía del resto del organismo. Pero el resto del cuerpo sigue siendo el de un anciano. Si observáramos a la distancia veríamos un anciano con un pie fuera de control, haciendo cabriolas y movimientos delirantes. Un espasmo nervioso, dirían los profesionales médicos. Una posesión maligna, sentenciarían los brujos. Pero sería imposible que alguien llegara a pensar que fue una decisión del pie izquierdo. Pues el pie tiene sentido cuando cumple la armonía del cuerpo, no cuando quiere destacarse de él. Cuando suma, no cuando se excluye. Pues los pies excluidos suelen terminar en formol.

También es interesante observar al coronel japonés Saito. Parte de una posición de fuerza y tiene el poder en el campo. Al menos es lo que el piensa. Y por hacer un uso desmedido de ese poder, de manera brutal, crea la situación para terminar él siendo el prisionero del coronel inglés. Termina simplemente validando las órdenes de su prisionero, ante la necesidad de cumplir su objetivo de cumplir la construcción el puente. Para evitar el suicidio ante el incumplimiento. Que de todas manera decide perpetrar pues se da cuenta que no fue él quien cumplió con el mandato. Se dice que la fuerza es un poder de mala calidad, pues no se puede usar de manera permanente. Y desgasta, creando enemigos que sólo obedecen por miedo. Que diferencia entre los liderazgos de ambos coroneles. La tropa del inglés canta "because you are a good fellow" cuando su coronel está en castigo para mostrarle su apoyo. La tropa del japonés sólo se inclina y responde con temor ante sus adustas órdenes. El inglés no necesita alzar la voz para que su batallón responda. Si bien lo lleva en el sentido equivocado, los líderes en definitiva son humanos, mantiene a su gente alineada y motivada con su tarea.

De cierre te dejo el video de la marcha del coronel Bogey, para disfrutar y recordar.






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