domingo, 27 de noviembre de 2016

The King´s Speech (El discurso del rey)

The King's speech (ver trailer)

Liderazgo - Comunicación - Autoconocimiento

Reino Unido (2010) Dir:Tom Hooper Protag: Colin Firth, Geoffrey Rush, Elena Bonham Carter




Quiero empezar a hablar por el guión, que generalmente es el origen de toda película. Su autor, David Seidler, fue tartamudo en su niñez, afectado por los estragos de la Segunda Guerra. El saber que su Rey, Jorge VI, había pasado por ese mismo estado lo inspiró a investigar sobre la vida del mismo y ver cómo había logrado superarlo. Inicia su trabajo en la década de 1980. Habló con el hijo de Lionel Logue, el foniatra que atiende al rey, y le permite acceder a sus archivos. La única condición que pone es que para poder hacer pública la historia tengan la venia de la la protagonista superviviente, Isabel Bowes-Lyon. Esta, a su vez, pone una sola condición, que se pueda hacer público después de su muerte. La señora tenía muchas cosas que disfrutar en esta vida y esperó a partir hasta 2002, dándose el gusto de apagar cien velitas. Dicen que las cosas se dan cuando se deben dar y creo que esto es cierto enteramente para esta película. De haber sido antes seguramente no hubiéramos podido contar con una exquisita dirección como la de Tom Hooper ni con unas actuaciones tan convincentes como las de Colin Firth (hoy no es imaginable otro Jorge VI que no sea Colin Firth, siquiera interpretado por el mismo Jorge VI), Geoffey Rush o Elena Bonham Carter (en uno de sus mejores papeles hasta el momento, que descuento será superado).

Ser un príncipe y tartamudo puede ser un inconveniente. Pero serlo cuando la difusión de la palabra por la radio pasa a ser una cuestión de estado, es una calamidad. Todos los anteriores soberanos sólo tenían la necesidad de andar a caballo y agitar su mano de tanto en tanto para conectarse con el pueblo. Con la radio, era necesario expresar ideas y con determinada cadencia y timbre de voz. De la misma manera el cine sonoro sería una calamidad para las actrices y actores con voces especiales. Y nuestro buen amigo, el príncipe Alberto, carga con esta cualidad, hablamos de la tartamudez. Y en un continente que aun sin cicatrizar las heridas de la Gran Guerra, se encamina a una contienda inminente, de dudoso pronóstico en esos momentos. Y la necesidad de una voz que represente a Gran Bretaña, uno de los principales actores es crucial. 


Ver el historial de Alberto genera una mezcla de pena por las situaciones por las que debió pasar y reconocimiento por la superación en todo lo que se le presentó. Además de su tartamudez debió pasar por otras pruebas: nace el día que fallece su bisabuelo y su nacimiento se mantiene en secreto, siendo bautizado con el nombre del occiso; si bien era zurdo fue obligado a utilizar la diestra; utilizó férulas metálicas para enderezar sus piernas arqueadas; fallece uno de sus hermanos, muy cercano a él; padece maltrato de mujeres que lo cuidan. Además, su hermano Eduardo, el príncipe heredero, fue una star de esos años. Con gran presencia social e imponiendo tendencias hacía opacar aun más a Alberto. El hecho de ser su hermano el heredero en alguna manera alivia la carga de Alberto. Pero el destino le tiene previsto el desafío de tener que suceder a su hermano, en las vísperas de la Segunda Guerra.


Y en su ayuda aparece Lionel Logue, con su particular tratamiento. Sin ser profesional pero teniendo la experiencia de colegas en la Gran Guerra que padecieron efectos en su habla por los estragos del conficto, y a los que ayudó con conceptos básicos. Sin duda los ejercicios físicos y mecánicos fueron de ayuda en el tratamiento de Alberto. Pero parece más importante la cercanía con la persona y la confianza que va generando en el futuro monarca. Tal vez, en alguna medida, genera el amor filial que parece no haber recibido. Sorprenden las escenas donde se muestra a un padre autoritario y una madre con bastante frialdad (en la escena en que muere su esposo no es capaz de abrazar a uno de sus hijos que está llorando). Lionel genera también prevenciones en la corte por no ser profesional y carecer de títulos que lo habiliten. Creo que el paso por una casa de estudios brinda una experiencia importante, pero decir que todos los recibidos son profesionales es al menos temerario. Considero que personas como Lionel que no poseen estudios formales pero han experimentado y pueden demostrar los resultados de su saber son ampliamente merecedores de los doctorados y licenciaturas circulantes. Podemos ver muchas personas cuyas tarjetas poseen siglas importantes que preceden sus nombres, pero con dificultad podemos considerar que sean profesionales.


Por último es increíble la lista de personalidades que tuvieron algún grado de tartamudez: Winston Churchill (mencionado en la película, quien usaba su limitación como fortaleza al dar un cadencia particular a sus discursos); Bruce Willis; Anthony Hopkins; Lewis Caroll; James Earl Jones; Napoleon Bonaparte; Julia Roberts; Marilyn Monroe; Miguel de Cervantes Saavedra; Charles Darwin y según algunas especulaciones en función de las Escrituras el mismo Moisés. Así que cuando escuchemos un tartamudo hablando más que sentir pena esperemos para leer su Quijote en el futuro. Parece que tienen mucho por decir, simplemente lo hacen a su tiempo.