Invictus (ver trailer)
Liderazgo - Comunicación - Manejo de equipos - Motivación
Estados Unidos (2009) Dir: Clint Eastwood Protag: Morgan Freeman, Matt Damon
Que en una película se encuentren un buen guión y un relato de una parte de la historia es una bendición. Y que las personas que hacen la película estén motivadas a realizarla por fines mayores a los artísticos o comerciales es grandioso, porque se refleja en la pantalla. Morgan Freeman hacía años quería hacer de Mandela (y Mandela quería que lo represente Morgan Freeman). Qué suerte tenemos que este proyecto pudo ser realizado, y con la mano de Clint Eastwood detrás de cámara.
La película no es una biografía de Mandela, sino relata los primeros momentos de la presidencia de Mandela en Sudáfrica y, principalmente, la Copa Mundial de Rugby de 1995 realizada en Sudáfrica, y que Mandela utilizó con mucha habilidad para fines por encima de los deportivos. Este país que venía del Apartheid, el cual culturalmente seguía, tenía por primera vez un presidente negro. Una persona que pasó treinta años encarcelado por el régimen anterior. Dicen que las primeras impresiones, positivas o negativas, son fundamentales en un grupo. Es un gran ejemplo la escena en que Mandela llega al palacio presidencial y ve a los empleados preparándose para su egreso, ya que suponen que serán despedidos por ser blancos. Como primer medida Mandela se reune con ellos y de forma franca les aclara que no deben temer y que él necesita y desea de su ayuda. Y también dejando la puerta abierta si alguien no se sentía cómodo con la nueva administración (ver video). Si analizamos por la importancia de los problemas que tendría al llegar a esa posición nos resulta difícil pensar que el hecho que los funcionarios administrativos se fueran estuviera entre los más importantes. Pero muchas veces es importante dar señales, aunque sean pequeñas. Mandela podría haber enviado a un segundo a dar ese mensaje, pero decidió ser él quien se dirigiera a las personas con las que debía convivir durante varios años. Y también es importante destacar las formas que usa: humildad (se presenta para que lo conozcan); respeto (trata a las personas como pares, no se siente una celebridad) y franqueza (no se esfuerza en ser agradable, habla de los miedos que percibe en ellos y dice lo que el siente).
Otra escena para analizar es en la que el capitán del equipo de rugby sudafricano (los Springboks) Francois Pienaar, interpretado por Matt Damon, es invitado por Mandela a tomar el té en el palacio presidencial (ver video). Y en esa pequeña charla tenemos una clase de liderazgo. Mandela le pregunta cómo hace para motivar al equipo. Pienaar le responde con el ejemplo. Pero Mandela le insiste y trata de ver cómo hace para inspirar al equipo, para obtener cosas por encima de las posibilidades que la gente percibe. Y cuenta su experiencia con el poema Invictus que le ayudó a sobrellevar los años de prisión y evitar caer en la depresión. Y más importante aun es ver la estrategia de Mandela. Él necesitaba contar con un equipo motivado y decidido a ganar para mostrar que brindando su apoyo a los Springboks (símbolo de los blancos) dejaba claro que no quería revancha y quería dejar atrás el pasado y mirar hacia adelante. Pero su figura no tenía gravitación en el resto del equipo. Salvo por un caso eran todos blancos y seguramente no le tenían el mayor de los aprecios. El necesitaba alguien que pudiera traducir su mensaje y su objetivo a esos hombres. Y esa persona era Pienaar. Mandela sabía que su figura, experiencia o palabras no podían perforar la coraza de esos muchachos con códigos, lenguaje y costumbres muy diferentes. Y tuvo la suficiente sabiduría para aceptarlo y buscar quién pudiera hacerlo.
Y también envía el equipo a hacer pequeñas clínicas de rugby con los niños de los barrios pobres (y en dichos barrios). No sale a dar un discurso para convencer a su gente que acepten al equipo. Hace que el equipo se acerque, se integre al resto de la sociedad para el que eran algo lejano. Y también venciendo las resistencias de los integrantes del equipo para los que era una pérdida de un tiempo valioso para entrenar y enfocarse en el campeonato. Y Pienaar no les pide que lo hagan por Mandela, sino que lo hagan por él. Y con esto logra también que el equipo conozca un pedazo de la sociedad que había observado detrás de una cerca.
La escena en que Mandela se presenta ante el comité de deportes que está intentando cambiar el nombre de los Springboks y sus colores es otra buena muestra de liderazgo. Mandela se presenta ante los suyos, que habían tomado una decisión unánime, y argumentando los motivos para mantener el equipo de rugby histórico, solicita con autoridad una prueba de confianza. Seguramente la mayoría no lo entendió a pesar de sus argumentos. Era un Moisés en la playa del mar Rojo pidiendo preparar una bienvenida a los egipcios. No se entendía el gesto cuando se estaba muy cerca de conseguir Justicia. Pero Mandela estaba viendo el paisaje desde más alto y tenía otra perspectiva. Hubiera sido más sencillo apoyar lo que habían hecho y conseguir los aplausos de ocasión. Pero el sabía que estaba para algo más, no para ganar una elección o mantenerse en el poder.
Una historia menor dentro de la película, pero que representa en pequeño lo que sucede en la sociedad es la guardia de seguridad. Mandela pone a alguien de su confianza, pero le suma un grupo de agentes blancos para que se integren al grupo. Estos habían sido la fuerza de choque del régimen anterior, por lo cual los de color no confían y los miran con desprecio. El hecho de tener que trabajar juntos y aceptarse logra que se transformen en un solo equipo. En ellos se ve la transformación que Mandela opera a nivel mayor en la sociedad. Van compartiendo códigos y costumbres. Y logran al final sentirse parte de lo mismo y superan el pasado.
Luego de muchos esfuerzos los Springboks llegan a la final y encuentran una muralla a atravesar: los All Blacks. Y otra muralla no menor para atravesar: su haka. Y ahí Mandela cambia su estrategia. En esta oportunidad si es necesaria una celebridad. Y esa celebridad se presenta y vestido con los colores de los Springboks. Nadie puede decir el efecto que produjo y su incidencia en el resultado, pero el tener una figura de tal tamaño brindando el saludo con los colores de mi oponente en algo debe incidir. Casi tanto como el haka. Como en el caso de la presentación con los funcionarios, son símbolos. La gravitación que tendrán los mismos no son mensurables, pero su existencia es fundamental.
Y la última reflexión que me genera la historia es qué pasaba si se perdía la final. En principio seguro no tendríamos Invictus. Tendríamos películas sobre Mandela, seguro, pero no para recordar un segundo puesto. Pero creo que todo el esfuerzo hubiera servido igual. Partidos son partidos y nadie asegura la victoria (menos frente a los temibles All Blacks). Pero el camino recorrido hubieran transformado igual a esas personas, teniendo una perspectiva diferente y pudiendo aceptar las coincidencias para dirigirse a un futuro común.
Como cierre, les dejo la poesía que da origen al título de la película (ver video)
Espero te haya parecido interesante. Si ves la película y quieres agregar tus comentarios, son bienvenidos. Jordi LKZ
Y también envía el equipo a hacer pequeñas clínicas de rugby con los niños de los barrios pobres (y en dichos barrios). No sale a dar un discurso para convencer a su gente que acepten al equipo. Hace que el equipo se acerque, se integre al resto de la sociedad para el que eran algo lejano. Y también venciendo las resistencias de los integrantes del equipo para los que era una pérdida de un tiempo valioso para entrenar y enfocarse en el campeonato. Y Pienaar no les pide que lo hagan por Mandela, sino que lo hagan por él. Y con esto logra también que el equipo conozca un pedazo de la sociedad que había observado detrás de una cerca.
La escena en que Mandela se presenta ante el comité de deportes que está intentando cambiar el nombre de los Springboks y sus colores es otra buena muestra de liderazgo. Mandela se presenta ante los suyos, que habían tomado una decisión unánime, y argumentando los motivos para mantener el equipo de rugby histórico, solicita con autoridad una prueba de confianza. Seguramente la mayoría no lo entendió a pesar de sus argumentos. Era un Moisés en la playa del mar Rojo pidiendo preparar una bienvenida a los egipcios. No se entendía el gesto cuando se estaba muy cerca de conseguir Justicia. Pero Mandela estaba viendo el paisaje desde más alto y tenía otra perspectiva. Hubiera sido más sencillo apoyar lo que habían hecho y conseguir los aplausos de ocasión. Pero el sabía que estaba para algo más, no para ganar una elección o mantenerse en el poder.
Una historia menor dentro de la película, pero que representa en pequeño lo que sucede en la sociedad es la guardia de seguridad. Mandela pone a alguien de su confianza, pero le suma un grupo de agentes blancos para que se integren al grupo. Estos habían sido la fuerza de choque del régimen anterior, por lo cual los de color no confían y los miran con desprecio. El hecho de tener que trabajar juntos y aceptarse logra que se transformen en un solo equipo. En ellos se ve la transformación que Mandela opera a nivel mayor en la sociedad. Van compartiendo códigos y costumbres. Y logran al final sentirse parte de lo mismo y superan el pasado.
Luego de muchos esfuerzos los Springboks llegan a la final y encuentran una muralla a atravesar: los All Blacks. Y otra muralla no menor para atravesar: su haka. Y ahí Mandela cambia su estrategia. En esta oportunidad si es necesaria una celebridad. Y esa celebridad se presenta y vestido con los colores de los Springboks. Nadie puede decir el efecto que produjo y su incidencia en el resultado, pero el tener una figura de tal tamaño brindando el saludo con los colores de mi oponente en algo debe incidir. Casi tanto como el haka. Como en el caso de la presentación con los funcionarios, son símbolos. La gravitación que tendrán los mismos no son mensurables, pero su existencia es fundamental.
Y la última reflexión que me genera la historia es qué pasaba si se perdía la final. En principio seguro no tendríamos Invictus. Tendríamos películas sobre Mandela, seguro, pero no para recordar un segundo puesto. Pero creo que todo el esfuerzo hubiera servido igual. Partidos son partidos y nadie asegura la victoria (menos frente a los temibles All Blacks). Pero el camino recorrido hubieran transformado igual a esas personas, teniendo una perspectiva diferente y pudiendo aceptar las coincidencias para dirigirse a un futuro común.
Como cierre, les dejo la poesía que da origen al título de la película (ver video)
Espero te haya parecido interesante. Si ves la película y quieres agregar tus comentarios, son bienvenidos. Jordi LKZ
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